martes, 26 de septiembre de 2017

No lugar

Miro hacia el jardín
a través del ventanal
de la oficina donde trabajo.

Se mueven las palmeras
y las ramas de otros árboles añejos.
Vuelan remolinos de hojas en el centro.

Se está levantando tormenta
y pienso: ¿Por qué estoy acá
pero siempre evitando quedarme?

Este no es nunca el lugar
donde quiero estar.

martes, 19 de septiembre de 2017

Si te salva

Sin esperarlo, los momentos que pasás
ocupada en cosas de poca importancia
tiñen el escenario de los días de naranja.

Cede lo rutinario. Suavizan las interrupciones.

Hacer cosas vanas no te deja ver el tiempo
si te salva.

martes, 12 de septiembre de 2017

Con estas capas

Lo que me dan para tomar
me cambia la manera de pensar

y ya no puedo encontrarme
en la sombra de las mañanas
como antes.

Ayer tuve que sentarme a evocar
lo que estaba en mi corazón
esa breve tarde en que sentí que vivía.


Salí de la casa de él y me daba el viento en la cara.
Caminé enérgica las dos cuadras que me separaban de la estación.

Entré al vagón del subte.
Me tomé del pasamanos y me llamó la atención la gente
tan estática, indiferente, abatida.

Yo me veía exultante. Sentí
que se me iba a notar la exuberancia,
me percibí excesiva. 

La otra tarde

ordenaba papeles en mi habitación
y de un segundo al otro rompí en llanto.

Me vi siempre rodeada de las mismas paredes.


El sábado fui tapiz.


Te envolví cálidamente

y no me dijiste nada.


Él, más allá

Nos rodean materiales cálidos en su casa. Pinturas, un tapiz, un sillón de tela artesanal.

Es medido y su máxima expresión de emoción es fijar los ojos en los míos al quedar enfrentados.
Sin buscar en mí o encontrar algo.

Su blandura. Imperturbable.


Hay una estufa prendida en el centro del living. Nosotros somos un satélite tibio y enlazado.
Nos rodean tres cuadros.

Desde que me recibió lo encontré delicado. Me da indicaciones de ser necesario. A la vez es atento.

Sus respuestas son muy breves o monosilábicas. Me voy y “adiós” es su última palabra.

viernes, 1 de septiembre de 2017

Tregua

Te recordé cariñoso aquella vez.
Me acariciabas con tanta dulzura y dedicación…

No dejábamos de tenernos en los brazos, recibiéndonos.
Éramos dóciles sin saberlo.

Mantuve los ojos cerrados todo el tiempo.