miércoles, 30 de octubre de 2019

no se queda
en luna gris

la necesidad
emana llamas

fantasía
y fuga


Romance

No me preocupo

porque no existís.


No se desea lo que

todavía no existe.

martes, 22 de octubre de 2019

Colinas, colinas...


Colinas, colinas, bajo este Octubre ácido...
Colinas, colinas, descomponiendo o reiterando matices aún
   fríos.
O no pudiendo decir plenamente el oro y el celeste, fluidos, de
   los cultivos.
Nos dueles, oh paisaje que no puedes cantar en la tarde agria
   e indecisa,
lleno de escalofríos bajo las nubes tenaces e inquietas todavía
   de tu sueño
y estás solo, solo, solo, con la angustia y el desamparo de tus
   criaturas.
Pero aun si cantaras el canto no se oiría casi.
Oiríamos sólo el ruido de los carros largos con su carga de
   desesperación.
Oiríamos sólo el silencio de los niños y de las mujeres junto
   a los ranchos transparentes.
Veríamos sólo la figura deshecha con la bolsa al hombro sobre
   la cima de la loma.
Veríamos sólo esos arrabales de las Estaciones, oh campos de
   Entre Ríos con aún países absolutos de injusticia,
oh campos de Entre Ríos hechos para la dicha
de los que os evocaron esa aurora florecida que aún no canta
   y que es extraña al día.
Otro será el paisaje mañana en las mismas líneas puras.

Cantará con un múltiple canto entre las casas próximas con
   mesas, ah, seguras y con libros y músicas.
Como de la noche de su alma del sueño de los campos el
   hombre extraerá toda la maravilla.
No más dividido, no, con el hermano ni consigo mismo ni
   con la tierra, el hombre.
Uno consigo mismo y con el mundo para crearse sin fin en la
   gracia más alta de la criatura,
y sonreír al rostro cejante de la sombra.


Juan L. Ortiz (Puerto Ruiz, 1896- Paraná, 1978)



lunes, 14 de octubre de 2019

Camila

soy testigo
de cómo

tus ojos de
niña grande

descubren
paso a paso

se beben
sorbo a sorbo

el mundo.

Timón

Hoy no me aparté
demasiado

del camino que
quién sabe

habrá trazado
para mí.

domingo, 13 de octubre de 2019


Soledades

De ayer estoy hablando, de las flores,
de la fuerte agua, transparente y fría,
del alma, de la luna abierta, ¡oh, mía!,
de un ángel dulce y solo en los albores.

De tantas noches secas y menores,
del perseguido bien sin alegría;
del aire, de la sombra y la agonía,
de lumbres, cielos y arduos pasadores.

De ti, tiempo llegado y desprendido,
que vas en mí y me dejas en velada:
solitario, desierto y sin sentido.

Y encima de ti, vida delicada,
cabello suave, quieto y advertido,
la muerte sueña y mueve su morada.


Ricardo Molinari (Buenos Aires, 1898 - 1996).

Una tarde 

de domingo
en la vereda.
Está nublado.

De silencio solo
interrumpido
por el ladrido

lejano de algún
perro del barrio

un piar suave
por momentos

a veces pasa
un auto.

Es así todo.
Irregular

escaso
errático.

jueves, 10 de octubre de 2019


No dura

ni un rato esta 
lluvia dulce
y reparadora.

Nada que sea 
un regalo
del cielo

se queda
en mis pobres
manos.

Hasta tu
corazón
dejó de latir.

miércoles, 9 de octubre de 2019


Fueron un viaje 

las canciones que 
escuché esta tarde. 

Tanta intensidad
guarda una señal.


Vivo en el secreto
en lo misterioso.

Mi intrascendencia
desacomodo.


Pero hay un futuro
Hay otro camino.

Vivir es un constante
error de cálculo.


Algo de estos versos
puede ser confuso.

Todo es denso
y largo. También
leer este poema.


Poema escrito con fragmentos de otros.