martes, 29 de diciembre de 2015

Trasvaso y veo encierro. 

Trasvaso y no encuentro.

Trasvaso y sigo niña.

Trasvaso
y me dejo caer
y soy más leve 
y me tiendo en alas.

Me poso.

jueves, 24 de diciembre de 2015

Mother

Mother - 2011 - Remaster

The shell















The shell (a skin too few)

Living grows round us like a skin
To shut away the outer desolation
For if we clearly mark the furthest deep
We should be dead long years before the grave.
But turning around within the homely shell
Of worry, discontent, and narrow joy
We grow and flourish
And rarely see the outside dark
That would confound our eyes.

Some break the shell.

I think that there are those
Who push their fingers through
The brittle walls
And make a hole.
And through this cruel slit
Stare out across the cinders of the world
With naked eyes.
They look both out and in
Knowing themselves
And too much else besides. 

Molly Drake

lunes, 21 de diciembre de 2015

Lleno la casa de flores

Abro las ventanas de par en par
el viento flamea en hilos de seda mi pelo

paso por el espejo 
y alargo mis pestañas negras.

Me subo a los tacos que van con la pollera
bailo esos compases de la canción de Gaz Coombes
compro jazmines

lleno la casa de flores.


Horacio Rega Molina

Hierba

Iba a cortarte pero me detuve.
¿Cómo impedir a Dios tu acercamiento?
Tus dueños son el sol, el agua, el viento,
las iluminaciones de la nube.

Vives de nada, así como con tiento.
Mas a tu lado, se hincha, crece, sube
la vida vegetal, la vida en que hube
de ver tu savia y de sentir tu aliento.

Ah, hierba que en lo bueno y en lo malo
hallas pureza idéntica y regalo.
Miro a mis pies el mundo a que has venido

de poca tierra y mansedad umbría.
En él hay todo lo que yo quería
para permanecer desconocido.


Horario Rega Molina (San Nicolás, 1899 - Buenos Aires, 1957)


Money

You Look Like A Sad Painting On Both Sides Of The Sky by MONEY_

sábado, 19 de diciembre de 2015

Emilia Bertolé

A un desconocido

Lenta apoyo en tu mano semibárbara
mi mano palidísima.

Breve, casi inmaterial,
la insólita caricia
debió asombrarte porque tu mirada
buscó a la extraña mujer desconocida.

Aún estremece mi muñeca exangüe
una piedad que no comprenderías.

Emilia Bertolé (El Trébol, Santa Fe, 1896 - Rosario, 1949)



viernes, 11 de diciembre de 2015

Vuelvo a pintar...

vuelvo a pintar las flores de mi juventud
vuelvo a ver el amanecer
sin temor
y nunca nadie podrá decirme éstas no son horas
veo amanecer como una mujer no como una joven temerosa
de la ley tu ley
el acero de esta luz para una mujer sola
que no debe temer sino decidir.

Juana Bignozzi (Buenos Aires, 1937 - 2015)

domingo, 6 de diciembre de 2015

Lucas Monzón y Germán Kalber

Hasta el Cielo de Tu Piel

Roberto de las Carreras

Psalmo a Venus Cavalieri

Púgil del sensualismo, te desafió a la lid amorosa!
¡El genio griego ha inflamado mi alma por la gloria de los lechos!
¡Anhelo más que el triunfo en los juegos olímpicos del Arte, más que el oro y los trofeos y las gemas de Bizapur, contemplar, después de la lucha hirviente, los ojos de una amante, llorosos y agradecidos!…
¡La moribunda lasitud de un cuerpo ablandado por el placer, me sonríe mejor que la ambrosía; me embriaga más dulcemente que el Falerno apurado en ánforas etruscas!
¡En la noche de Venus yo canto a los deleites soberanos un himno de fatigas!
¡Yo vivo en las súplicas de la agonía de los besos la eternidad de la tumba!
¡Yo recojo en el seno batiente de las locas derrotadas el laurel de los triunfos venusinos!
Yo seguiré las rutas de tus convexidades: ¡Intrincaré tu cuello, tus brazos, tus senos, tu cintura, tus muslos, tus pies de lotus, con hilos de perlas de besos!
¡Yo tachonaré tu cutis de nácar con las manchas moradas que enseña el libro del amor indostánico!
¡Serán tus incensiarios las alcobas hervorosas de sándalo consagradas al arrobamiento de Karma!
¡Se desvanecerán sobre tu ara la mirra y el incienso, el sándalo y el almizcle, el cinamono y el ámbar, todas las notas de la música del Perfume!
¡Yo haré fulgurar bajo tus párpados volteados el centelleo de los goces trémulos que entonan sus cánticos de gloria en los Paraísos del Profeta!
¡Yo ceñiré a tu cuello la sierpe del placer afanoso! ¡Yo abismaré tu razón con filtros salomónicos!
¡Yo poseo el Ovidio y de Propercio el secreto de rendirte!


Roberto de las Carreras (Montevideo, 1873 - 1963)

lunes, 30 de noviembre de 2015

Pasión

Unos besan las sienes, otros besan las manos,
otros besan los ojos, otros besan la boca.
Pero de aquél a éste la diferencia es poca.
No son dioses, ¿qué quieres?, son apenas humanos.
           
Pero, encontrar un día el espíritu sumo,
la condición divina en el pecho de un fuerte,
el hombre en cuya llama quisieras deshacerte
¡como al golpe de viento las columnas de humo!
           
La mano que al posarse, grave, sobre tu espalda,
haga noble tu pecho, generosa tu falda,
y más hondos los surcos creadores de tus senos.
           
¡Y la mirada grande, que mientras te ilumine
te encienda al rojoblanco, y te arda, y te calcine
hasta el seco ramaje de los pálidos huesos!


Alfonsina Storni ( Sala Capriasca, Suiza, 1892 - Mar del Plata, 1938)





El ensayo

Si el corazón me fuera percutido
Pudiera ser que resonara a muerto,
Pero pudiera ser que diese ruido
De pájaros cantores en un huerto.

Es verdad que a morir, desde nacido,
Este buen corazón se va ensayando,
Pero, ensayos de un drama no aprendido,
Así vive, cayendo y levantando.

Las veces que ha cambiado de postura
No son una por ciento, sino cien,
Que el arte de morir es cosa dura:
Se ensaya mucho y no se aprende bien.


Alfonsina Storni ( Sala Capriasca, Suiza, 1892 - Mar del Plata, 1938)

sábado, 28 de noviembre de 2015

Alfonsina Storni

La quimera

Como los niños iba hacia oriente, creyendo
Que con mis propias manos podría el sol tocar;
Como los niños iba, por la tierra redonda,
Persiguiendo, allá lejos, la quimera solar.

Estaba a igual distancia del oriente de oro
Por más que siempre andaba y que volvía a andar;
Hice como los niños: viendo inútil la marcha
Cogí flores del suelo y me puse a jugar.


Alfonsina Storni ( Sala Capriasca, Suiza, 1892 - Mar del Plata, 1938)



sábado, 21 de noviembre de 2015

Mário de Andrade



Descobrimento

Abancado à escrivaninha em São Paulo
Na minha casa da rua Lopes Chaves
De supetão senti um friúme por dentro.
Fiquei trêmulo, muito comovido
Com o livro palerma olhando pra mim.

Não vê que me lembrei que lá no Norte, meu Deus!
muito longe de mim
Na escuridão ativa da noite que caiu
Um homem pálido magro de cabelo escorrendo nos olhos,
Depois de fazer uma pele com a borracha do dia,
Faz pouco se deitou, está dormindo.

Esse homem é brasileiro que nem eu.

Mário de Andrade (São Paulo, 1893 -1945)

Um boi vê os homens

Tão delicados (mais que um arbusto) e correm
e correm de um para o outro lado, sempre esquecidos
de alguma coisa. Certamente, falta-lhes
não sei que atributo essencial, posto se apresentem nobres
e graves, por vezes. Ah, espantosamente graves,
até sinistros. Coitados, dir-se-ia que não escutam
nem o canto do ar nem os segredos do feno,
como também parecem não enxergar o que é visível
e comum a cada um de nós, no espaço.E ficam tristes
e no rasto da tristeza chegam à crueldade.
Toda a expressão deles mora nos olhos – e perde-se
a um simples baixar de cílios, a uma sombra.
Nada nos pêlos, nos extremos de inconcebível fragilidade,
e como neles há pouca montanha,
e que secura e que reentrâncias e que
impossibilidade de se organizarem em formas calmas,
permanentes e necessárias. Têm, talvez,
certa graça melancólica (um minuto) e com isto se fazem
perdoar a agitação incômoda e o translúcido
vazio interior que os torna tão pobres e carecidos
de emitir sons absurdos e agônicos: desejo, amor, ciúme
(que sabemos nós?), sons que se despedaçam e tombam no campo
como pedras aflitas e queimam a erva e a água,
e difícil, depois disto, é ruminarmos nossa verdade.

Carlos Drummond de Andrade (Itabira, Minas Gerais, 1902 - Rio de Janeiro, 1987)

Eugenio Montejo

Vuelve a tus dioses profundos

Vuelve a tus dioses profundos;
están intactos,
están al fondo con sus llamas esperando;
ningún soplo del tiempo los apaga.
Los silenciosos dioses prácticos
ocultos en la porosidad de las cosas.
Has rodado en el mundo más que ningún guijarro;
perdiste tu nombre, tu ciudad,
asido a visiones fragmentarias;
de tantas horas ¿qué retienes?
La música de ser es disonante
pero la vida continúa
y ciertos acordes prevalecen.
La tierra es redonda por deseo
de tanto gravitar;
la tierra redondeará todas las cosas
cada una a su término.
De tantos viajes por el mar,
de tantas noches te circundan;
descifra en ellas el eco de tus dioses;
están intactos,
están cruzando mudos con sus ojos de peces
al fondo de tu sangre.

Eugenio Montejo (Caracas, 1938 - Valencia, 2008)

jueves, 19 de noviembre de 2015

Sobre desaparecer

Puedo decidir no ver
desde dónde no alejarme
hacia dónde no volver.

Empiezo yo
y el río de la memoria vuelve a foja cero.


martes, 17 de noviembre de 2015

Jaime Sabines

Los amorosos

Los amorosos callan. 
El amor es el silencio más fino,
 
el más tembloroso, el más insoportable.
 
Los amorosos buscan,
 
los amorosos son los que abandonan,
 
son los que cambian, los que olvidan.
 

Su corazón les dice que nunca han de encontrar,
 
no encuentran, buscan.
 
Los amorosos andan como locos
 
porque están solos, solos, solos,
 
entregándose, dándose a cada rato,
 
llorando porque no salvan al amor.
 

Les preocupa el amor. Los amorosos
 
viven al día, no pueden hacer más, no saben.
 
Siempre se están yendo,
 
siempre, hacia alguna parte.
 
Esperan,
 
no esperan nada, pero esperan.
 

Saben que nunca han de encontrar.
 
El amor es la prórroga perpetua,
 
siempre el paso siguiente, el otro, el otro.
 
Los amorosos son los insaciables,
 
los que siempre -¡qué bueno!- han de estar solos.
 

Los amorosos son la hidra del cuento.
 
Tienen serpientes en lugar de brazos.
 
Las venas del cuello se les hinchan
 
también como serpientes para asfixiarlos.
 

Los amorosos no pueden dormir
 
porque si se duermen se los comen los gusanos.
 

En la oscuridad abren los ojos
 
y les cae en ellos el espanto.
 

Encuentran alacranes bajo la sábana
 
y su cama flota como sobre un lago.
 

Los amorosos son locos, sólo locos,
 
sin Dios y sin diablo.
 

Los amorosos salen de sus cuevas
 
temblorosos, hambrientos,
 
a cazar fantasmas.
 
Se ríen de las gentes que lo saben todo,
 
de las que aman a perpetuidad, verídicamente,
 
de las que creen en el amor
 
como una lámpara de inagotable aceite.
 

Los amorosos juegan a coger el agua,
 
a tatuar el humo, a no irse.
 
Juegan el largo, el triste juego del amor.
 
Nadie ha de resignarse.
 
Dicen que nadie ha de resignarse.
 
Los amorosos se avergüenzan de toda conformación.
 

Vacíos, pero vacíos de una a otra costilla,
 
la muerte les fermenta detrás de los ojos,
 
y ellos caminan, lloran hasta la madrugada
 
en que trenes y gallos se despiden dolorosamente.
 

Les llega a veces un olor a tierra recién nacida,
 
a mujeres que duermen con la mano en el sexo,
 
complacidas,
 
a arroyos de agua tierna y a cocinas.
 
Los amorosos se ponen a cantar 

entre labios 
una canción no aprendida,
 
y se van llorando, llorando,
 
la hermosa vida.

Jaime Sabines (Tuxla Gutiérrez, México, 1926 - Ciudad de México, 1999)

domingo, 15 de noviembre de 2015

Estados de ánimo

Unas veces me siento
como pobre colina
y otras como montaña
de cumbres repetidas

unas veces me siento
como un acantilado
y en otras como un cielo
azul pero lejano

a veces uno es
manantial entre rocas
y otras veces un árbol
con las últimas hojas

pero hoy me siento apenas
como laguna insomne
con un embarcadero
ya sin embarcaciones

una laguna verde
inmóvil y paciente
conforme con sus algas
sus musgos y sus peces

sereno en mi confianza
confiado en que una tarde
te acerques y te mires
me mires al mirarme.


Mario Benedetti (Paso de los Toros, 1920 - Montevideo, 2009)

Tu quebranto

Tu voz no quiere cantar
tu voz se esconde en el llanto
si pregunto tu quebranto
es sólo por preguntar

desde que tu pena existe
como un ileso sentido
todo está triste y cumplido
todo está cumplido y triste

no tiene melancolía
el limpio dolor que tienes
ya no te quedan rehenes
para obtener la alegría

tu voz no quiere cantar
tu voz se esconde en el llanto
si pregunto tu quebranto
es sólo por preguntar

tu pena no es tu tortura
tu pena es tu peregrina
quién sabe cómo termina
si termina tu aventura

tu pena es un cautiverio
sin mar sin cielo y sin rosas
por sobre todas las cosas
tu pena es como misterio

tu voz no quiere cantar
tu voz se esconde en el llanto
si pregunto tu quebranto
es sólo por preguntar

tu voz se calla por sabia
y ese silencio es mejor
si tu dolor no es dolor
es que tu dolor es rabia

tu dolor es una espada
que hiere o corta o libera
tu pena es una manera
de vencer la madrugada

tu voz no quiere cantar
tu voz se esconde en el llanto
si pregunto tu quebranto
no me vas a contestar.


Mario Benedetti (Paso de los Toros, 1920 - Montevideo, 2009)

viernes, 13 de noviembre de 2015

Carlos Drummond de Andrade

Aparição amorosa

Doce fantasma, por que me visitas
como em outros tempos nossos corpos se visitavam?
Tua transparência roça-me a pele, convida
a refazermos carícias impraticáveis: ninguém nunca
um beijo recebeu de rosto consumido.

Mas insistes, doçura. Ouço-te a voz,
mesma voz, mesmo timbre,
mesmas leves sílabas,
e aquele mesmo longo arquejo
em que te esvaías de prazer,
e nosso final descanso de camurça.

Então, convicto,
ouço teu nome, única parte de ti que não se dissolve
e continua existindo, puro som.
Aperto... o quê? a massa de ar em que te converteste
e beijo, beijo intensamente o nada.

Amado ser destruído, por que voltas
e és tão real assim tão ilusório?
Já nem distingo mais se és sombra
ou sombra sempre foste, e nossa história
invenção de livro soletrado
sob pestanas sonolentas.
Terei um dia conhecido
teu vero corpo como hoje o sei
de enlaçar o vapor como se enlaça
uma idéia platônica no espaço?

O desejo perdura em ti que já não és,
querida ausente, a perseguir-me, suave?
Nunca pensei que os mortos
o mesmo ardor tivessem de outros dias
e no-lo transmitissem com chupadas
de fogo aceso e gelo matizados.

Tua visita ardente me consola.
Tua visita ardente me desola.
Tua visita, apenas uma esmola.

Carlos Drummond de Andrade (Itabira, Minas Gerais, 1902 - Rio de Janeiro, 1987)

viernes, 6 de noviembre de 2015

César Vallejo

Los heraldos negros

Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé!
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma... ¡Yo no sé!

Son pocos; pero son... Abren zanjas oscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán tal vez los potros de bárbaros atilas;
o los heraldos negros que nos manda la Muerte.

Son las caídas hondas de los Cristos del alma
de alguna fe adorable que el Destino blasfema.
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.

Y el hombre... Pobre... ¡pobre! Vuelve los ojos,
como cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido se empoza,
como charco de culpa, en la mirada.

Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé!


César Vallejo (Santiago de Chuco, Perú, 1892 -  París, 1938)

jueves, 5 de noviembre de 2015

Nocturno

No tengo tiempo de mirar las cosas
como yo lo deseo.
Se me escurren sobre la mirada,
y todo lo que veo
son esquinas profundas rotuladas con radio,
donde leo la ciudad para no perder tiempo.
Esta obligada prisa que inexorablemente
quiere entregarme el mundo con un dato pequeño.
Este mirar urgente y esta voz en sonrisa
para un joven que sabe morir por cada sueño.
No tengo tiempo de mirar las cosas,
casi las adivino.
Una sabiduría ingénita y celosa
me da miradas previas y repentinos trinos.
Vivo en doradas márgenes; ignoro el central gozo
de las cosas. Desdoblo siglos de oro en mi ser.
Y acelerando rachas -quilla o ala de oro-,
repongo el dulce tiempo que nunca he de tener.

Carlos Pellicer (San Juan Bautista, México, 1897 - Ciudad de México, 1977)

Sonetos postreros

                       I

Mi voluntad de ser no tiene cielo;
sólo mira hacia abajo y sin mirada.
¿Luz de la tarde o de la madrugada?
Mi voluntad de ser no tiene cielo.

Ni la penumbra de un hermoso duelo
ennoblece mi carne afortunada.
Vida de estatua, muerte inhabitada
sin la jardinería de un anhelo.

Un dormir sin soñar calla y sombrea
el prodigioso imperio de mis ojos
reducido a los grises de una aldea.

Sin la ausencia presente de un pañuelo
se van los días en pobres manojos.
Mi voluntad de ser no tiene cielo.

Carlos Pellicer (San Juan Bautista, México, 1897 - Ciudad de México, 1977)

lunes, 2 de noviembre de 2015

Carlos Pellicer

Deseos

Trópico, para qué me diste
las manos llenas de color.
Todo lo que yo toque
se llenará de sol.
En las tardes sutiles de otras tierras
pasaré con mis ruidos de vidrio tornasol.
Déjame un solo instante
cambiar de clima el corazón,
beber la penumbra de una cosa desierta,
inclinarme en silencio sobre un remoto balcón,
ahondarme en el manto de pliegues finos,
dispersarme en la orilla de una suave devoción,
acariciar dulcemente las cabelleras lacias
y escribir con un lápiz muy fino mi meditación.
¡Oh, dejar de ser un solo instante
el Ayudante de Campo del sol!
¡Trópico, para qué me diste
las manos llenas de color!

Carlos Pellicer (San Juan Bautista, México, 1897 - Ciudad de México, 1977)

viernes, 30 de octubre de 2015

Constantino Cavafis

Recuerda, cuerpo...

Recuerda, cuerpo, no solo cuánto fuiste amado,
no solamente en qué lechos estuviste,
sino también aquellos deseos de ti
que en los ojos brillaban claramente
y temblaban en la voz -y que hizo
vanos algún obstáculo del destino.
Ahora que todos ellos son cosas del pasado,
casi parece como si hubieras satisfecho
esos deseos: cómo ardían, recuerda,
en los ojos que te contemplaban, cómo
temblaron por ti, en la voz. Recuerda, cuerpo.

Constantin Cavafis (Alejandría, 1863 - 1933)
Trad. Lautaro Santana

jueves, 29 de octubre de 2015

RCP

Envolverlo en torrentes de una sola caricia delicada 
pero intensa

testimoniar su sombra rodeando mis hombros
levitando en la piel

tallar en mis retinas los confines de su pecho inmenso

inspirar su perfume todo de una vez

sellar los bordes 
de su entero recuerdo.

Tenerlo cerca es la viva vocación de detener el tiempo.

martes, 27 de octubre de 2015

Olga Orozco

El jardín de las delicias

         ¿Acaso es nada más que una zona de abismos y volcanes en
plena ebullición, predestinada a ciegas para las ceremonias de la
especie en esta inexplicable travesía hacia abajo? ¿O tal vez un
atajo, una emboscada oscura donde el demonio aspira la inocencia
y sella a sangre y fuego su condena en la estirpe del alma?¿ O tan
sólo quizás una región marcada como un cruce de encuentro
y desencuentro entre dos cuerpos sumisos como soles?
No. Ni vivero de la Perpetuación, ni fragua del pecado original,
ni trampa del instinto, por más que un solo viento exasperado
propague a la vez el humo, la combustión y la ceniza. Ni siquiera
un lugar, aunque se precipite el firmamento y haya un cielo que
huye, innumerable, como todo instantáneo paraíso.
           
           A solas, sólo un número insensato, un pliegue en las membranas 
de la ausencia, un relámpago sepultado en un jardín.
   
           Pero basta el deseo, el sobresalto del amor, la sirena del
viaje, y entonces es más bien un nudo tenso en torno al haz de
todos los sentidos y sus múltiples ramas ramificadas hasta el
árbol de la primera tentación, hasta el jardín de las delicias y
sus secretas ciencias de extravío que se expanden de pronto
de la cabeza hasta los pies igual que una sonrisa, lo mismo
que una red de ansiosos filamentos arrancados al rayo, la
corriente erizada reptando en busca del exterminio 0 la salida,
escurriéndose adentro, arrastrada por esos sortilegios que son
como tentáculos de mar y arrebatan con vértigo indecible
hasta el fondo del tacto, hasta el centro sin fin que se desfonda
cayendo hacia lo alto, mientras pasa y traspasa esa orgánica
noche interrogante de crestas y de hocicos y bocinas, con
jadeo de bestia fugitiva, con su flanco azuzado por el látigo
del horizonte inalcanzable, con sus ojos abiertos al misterio
de la doble tiniebla, derribando con cada sacudida la nebulosa
maquinaria del planeta, poniendo en suspensión corolas como
labios, esferas como frutos palpitantes, burbujas donde late la
espuma de otro mundo, constelaciones extraídas vivas de su
prado natal, un éxodo de galaxias semejantes a plumas girando
locamente en el gran aluvión, en ese torbellino atronador que
ya se precipita por el embudo de la muerte con todo el universo
en expansión, con todo el universo en contracción para el parto
del cielo, y hace estallar de pronto la redoma y dispersa en la
sangre la creación.

                     El sexo, sí,
                     más bien una medida:
                     la mitad del deseo, que es apenas la mitad del amor.


Olga Orozco (Toay, La Pampa, 1920-1999)

jueves, 22 de octubre de 2015

A otra cosa

¿Pongámonos bien la vida
que nos pusimos del revés?
En vez de alimentar historias de plomo
digamos cosas fáciles.

En vez de hacer de perro del hortelano,
o llorar a la luna porque no nos quieren,
echemos pájaros en el jardín de las preciosidades.

Probemos saludar a desconocidos
a ver si aparece el amor,
pues qué delgado está el mundo,
qué pálido, y necesita apoyo.

Aventa una palabra uno y afecta al tiempo futuro;
por eso hay que hablar con cuidado
y sonreír más.

Pogámonos bien la vida a ver qué pasa,
pues así como estamos se han desequilibrado
los bancos de las plazas
y si no intervenimos
¿a dónde va a ir la gente a tomar aire?

Jorge Leónidas Escudero (San Juan, 1920)

Jorge Leónidas Escudero

La herida más mortal es enteriza,
baja desde la coronilla
hasta las uñas de los pies.
Podés hacer cuanto se te ocurra pero
has fallecido.

Herida mortal que escapa
a todo hablar, asfixia
como si en una bolsa
a un pozo negro te hubieran.
Esto ocurre a enamorados tozudos
que aspiran a recuperar besos perdidos.
La realidad los engancha de atrás con un clavo
los abre en canal y deja colgados
como res en el matadero.

Se les vacían los tuétanos,
gimen lloro inconsolable
se mean y defecan encima. No,
no es gracioso
ver así a un inocente agregado al olvido
brutalmente por lo que él más quiere.

Jorge Leónidas Escudero (San Juan, 1920)

lunes, 19 de octubre de 2015

La caída

Si te dicen que caí
es que caí.
Verticalmente.
Y con horizontales resultados.
Soy, del ángulo recto
solamente los lados.
Ignoro el arte monumental del sesgo,
esa torsión ornamental del héroe
que hace que su caer se luzca como un salto.
Ese rizo del mártir que, ascendiendo
se sale de la víctima
y su propio tormento sobrevuela
no es mi especialidad. Yo, cuando caigo,
caigo.
No hay parábola
ni aire, ni fuerza de sustentación.
Un resbalón: espero. Al suelo llego
por la ruta más breve.
Un alud, una piedra,
una viga a la que han dinamitado.
No hay astucias del cuerpo en mi descenso.
Se sobrevive: el fondo
del abismo es más blando
para quien no vuela, sólo cae.
Si te dicen que caí,
no vengas
a enseñarme aerodinámica revisionista.
No me cuentes de los que cayeron venciendo.
No vengas a decirme
que no crees que haya sido un accidente.
En lo único que creo es en el accidente.
Lo único que sabe hacer el universo
es derrumbarse sin ningún motivo,
es desmoronarse porque sí.


Beatriz Vignoli (Rosario, 1965)

Beatriz Vignoli

La guerra de los tontos

Dinamitamos antes de cruzarlo
el puente, el bello puente
que habíamos construido.

El puente sobre el río del olvido era.

Ahora, moriremos olvidados.
Muramos ya, y de esto.



Beatriz Vignoli (Rosario, 1965)

Loneliness


Now it is Loneliness who comes at night


Instead of Sleep, to sit beside my bed.


Like a tired child I lie and wait her tread,


I watch her softly blowing out the light.


Motionless sitting, neither left or right


She turns, and weary, weary droops her head.


She, too, is old; she, too, has fought the fight.


So, with the laurel she is garlanded.


Through the sad dark the slowly ebbing tide


Breaks on a barren shore, unsatisfied.


A strange wind flows... then silence. I am fain


To turn to Loneliness, to take her hand,


Cling to her, waiting, till the barren land



Fills with the dreadful monotone of rain.


Katherine Mansfield (Wellington, 1888 - Fontainebleau, 1923)

sábado, 17 de octubre de 2015

Secret flowers

Is love a light for me? A steady light,
A lamp within whose pallid pool I dream
Over old love-books? Or is it a gleam,
A lantern coming towards me from afar
Down a dark mountain? Is my love a star?
Ah me!- so high above so coldly bright!
The fire dances. Is my love a fire
Leaping down the twilight muddy and bold?
Nay, I'd be frightened of him. I'm too cold
For quick and eager loving. There's a gold
Sheen on these flower petals as they fold
More truly mine, more like to my desire.
The flower petals fold. They are by the sun
Forgotten. In a shadowy wood they grow
Where the dark trees keep up a to-and-fro
Shadowy waving. Who will watch them shine
When I have dreamed my dream? Ah, darling mine,
Find them, gather them for me one by one.

Katherine Mansfield (Wellington, 1888 - Fontainebleau, 1923)

miércoles, 14 de octubre de 2015

Ceguera

Me abismo en una rara ceguera luminosa, 
un astro, casi un alma, me ha velado la Vida.
¿Se ha prendido en mí como brillante mariposa,
o en su disco de luz he quedado prendida?
No sé...
Rara ceguera que me borras el mundo,
estrella, casi alma, con que asciendo o me hundo.

¡Dame tu luz y vélame eternamente el mundo!


Delmira Agustini (Montevideo, 1886- 1914)

martes, 13 de octubre de 2015

Avanza la corriente sobre el mármol blanco
se acerca el oleaje a la orilla
trato de contener el agua con la mano
infructuosamente

la vuelvo a barrer pero más y más brota
de nuevo
y de nuevo
y de nuevo aparece.

Traigo papel grueso
intento absorberla pero se deshace
hasta que
queda una película transparente.

Traigo más.

Una vez fallo
y me ahogo.

domingo, 11 de octubre de 2015

Me paro en el centro del cuarto
miro alrededor
paredes
puerta
techo. 

El aliento a brisa perfumada 
en fragancia nauseabunda se transfigura
me ensarta
de lado a lado del espejo. 

El techo se descascara sobre mi cabeza
me sacudo
y caen los pedazos al piso
mastico el polvo 
con el paladar contra mi lengua húmeda. 

Se despega la piel de las paredes 
de par en par se abre la puerta.

Me marcho
sobre los restos. 

Esa mujer come pizza en un bar con una amiga

Hoy salió
la dejaron salir
pero conserva el ímpetu
la vehemencia
con la que también le trasmite su sufrir
al terapeuta.

Habla tan fuerte.
Quiere que le crean su padecer.

Solo ella existe en este espacio.

Su amiga se desdibuja
ya no se ve.
Le dice "no" a tener un acompañante terapéutico porque no quiere cocinar para dos.

Se queja de que
si no administra exhaustivamente la medicación
no va a llegar a recibir la dosis que necesita.

No puede descansar en el psiquiatra.

Descansar
no tiene nunca
dónde.

viernes, 2 de octubre de 2015

Nicanor Parra

Preguntas a la hora del té

Este señor desvaído parece
Una figura de un museo de cera;
Mira a través de los visillos rotos:
Qué vale más, ¿el oro o la belleza?,
¿Vale más el arroyo que se mueve
O la chépica fija a la ribera?
A lo lejos se oye una campana
Que abre una herida más, o que la cierra:
¿Es más real el agua de la fuente
O la muchacha que se mira en ella?
No se sabe, la gente se lo pasa
Construyendo castillos en la arena.
¿Es superior el vaso transparente
A la mano del hombre que lo crea?
Se respira una atmósfera cansada
De ceniza, de humo, de tristeza:
Lo que se vio una vez ya no se vuelve
A ver igual, dicen las hojas secas.
Hora del té, tostadas, margarina.
Todo envuelto en una especie de niebla.

Nicanor Parra (Chile, San Fabián de Alico, 1914)

martes, 29 de septiembre de 2015

Vicente Luy

Subo a besos por su sangre,
cuento los días.
Ella abre un paquete de Merengadas;
ella comemos.
El sur vuelve lleno de camarones
y aire de los Aguirre.
Y todos sudan:
la madre, el padre y el pingüino.
Ella suda.
Ella se vuelve clítoris,
y yo también

Vicente Luy (Córdoba, 1961 -  Salta, 2012)

sábado, 26 de septiembre de 2015

RELOJ

Dama pequeñísima
moradora en el corazón de un pájaro
sale al alba a pronunciar una sílaba
                        NO

Alejandra Pizarnik (Avellaneda,1936 - Buenos Aires, 1972)

miércoles, 23 de septiembre de 2015

Horacio Fiebelkorn

Todavía

Todavía está por responder una pregunta
hecha dos décadas atrás, que lo dejó
paralizado.
Con un poco de suerte, en quince años más
podrá explicar lo que le ocurre 
esta misma noche.

Horacio Fiebelkorn (La Plata, 1958)

At that hour when all things have repose

Chamber music, At that hour when all things have repose
At that hour when all things have repose,
O lonely watcher of the skies,
Do you hear the night wind and the sighs
Of harps playing unto Love to unclose
The pale gates of sunrise?

When all things repose, do you alone
Awake to hear the sweet harps play
To Love before him on his way,
And the night wind answering in antiphon
Till night is overgone?

Play on, invisible harps, unto Love,
Whose way in heaven is aglow
At that hour when soft lights come and go,
Soft sweet music in the air above
And in the earth below.

James Joyce (Dublin, 1882 – Zürich 1941)

domingo, 20 de septiembre de 2015

Bajó un satélite
se detuvo a mi lado
y me llevó por su órbita.

Volamos a la intemperie bajo furiosas tormentas
y nubes espesas, pero etéreas.
Transparentes. De papel.

Algunos años permanecimos así.
Tejíamos tibia la senda
por la que nos deslizábamos.

A veces perdíamos pie sobre la superficie.
Si él no estaba no funcionaba.
Juntos terminábamos por remontarnos
alto y triunfalmente.

Así sujetada podía flotar.

Septiembre de 2015

lunes, 14 de septiembre de 2015

Umbral

Me despierto. 
El ambiente
se pone en reconocimiento
de los poros
de mi superficie.

Si es un buen día
comienzo esa mañana
con apenas un vago recuerdo
en la fe de ayer.

Si era de los otros días
evocando sin saberlo
el estigma
el todo sabor alienante y amargo
embriagador

esa otra dimensión
paralela
plano inclinado
tajo
accidente
falta de gravedad
constante.

Maya Angelou

Still I rise

You may write me down in history
With your bitter, twisted lies,
You may tread me in the very dirt
But still, like dust, I'll rise.

Does my sassiness upset you? 
Why are you beset with gloom? 
'Cause I walk like I've got oil wells
Pumping in my living room.

Just like moons and like suns,
With the certainty of tides,
Just like hopes springing high,
Still I'll rise.

Did you want to see me broken? 
Bowed head and lowered eyes? 
Shoulders falling down like teardrops.
Weakened by my soulful cries.

Does my haughtiness offend you? 
Don't you take it awful hard
'Cause I laugh like I've got gold mines
Diggin' in my own back yard.

You may shoot me with your words,
You may cut me with your eyes,
You may kill me with your hatefulness,
But still, like air, I'll rise.

Does my sexiness upset you? 
Does it come as a surprise
That I dance like I've got diamonds
At the meeting of my thighs? 

Out of the huts of history's shame
I rise
Up from a past that's rooted in pain
I rise
I'm a black ocean, leaping and wide,
Welling and swelling I bear in the tide.
Leaving behind nights of terror and fear
I rise
Into a daybreak that's wondrously clear
I rise
Bringing the gifts that my ancestors gave,
I am the dream and the hope of the slave.
I rise
I rise
I rise. 

Maya Angelou (Saint Louis 1928- Winston-Salem 2014)