martes, 12 de septiembre de 2017


Salí de la casa de él y me daba el viento en la cara.
Caminé enérgica las dos cuadras que me separaban de la estación.

Entré al vagón del subte.
Me tomé del pasamanos y me llamó la atención la gente
tan estática, indiferente, abatida.

Yo me veía exultante. Sentí
que se me iba a notar la exuberancia,
me percibí excesiva. 

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