martes, 12 de septiembre de 2017

Él, más allá

Nos rodean materiales cálidos en su casa. Pinturas, un tapiz, un sillón de tela artesanal.

Es medido y su máxima expresión de emoción es fijar los ojos en los míos al quedar enfrentados.
Sin buscar en mí o encontrar algo.

Su blandura. Imperturbable.


Hay una estufa prendida en el centro del living. Nosotros somos un satélite tibio y enlazado.
Nos rodean tres cuadros.

Desde que me recibió lo encontré delicado. Me da indicaciones de ser necesario. A la vez es atento.

Sus respuestas son muy breves o monosilábicas. Me voy y “adiós” es su última palabra.

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