viernes, 5 de octubre de 2018

Agua de lluvia

   Mis hermanas y yo vivíamos en la casa de la calle Asamblea. Éramos chiquitas, estábamos en la primaria. Usábamos flequillo las tres y teníamos el pelo oscuro y largo, hasta la mitad de la espalda. En el patio con toldo había un caño grueso que desembocaba adentro y por ahí caía agua de lluvia que cada tanto juntaba mamá. Me acuerdo que a veces cargaba el balde, directamente, mientras llovía fuerte. Nosotras la rodeábamos, y nos sorprendía ver cómo se iba llenando. Después íbamos al baño de arriba y mamá nos lavaba el pelo como siempre, lo que sí cambiaba era cómo terminaba: nos lo enjuagaba con cataratas de aquella agua tan especial. El pelo no necesitaba otros tratamientos. Las cabelleras castañas y tupidas nos quedaban bien brillosas. Era una experiencia que nos encantaba vivir.

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