viernes, 15 de junio de 2018


Mirás a través de sus ojos, sentís
como si estuvieras bajo su piel.

La comprendés inmensamente
y la disculpás de todo.
Te transformás en su carnada.

Su espíritu te termina tragando.
Ella te encarna. Se hace 
carne en vos. Sos su carne.

Y así seguís, encarnada, para ser
devorada por otros también.

2 comentarios:

  1. Me hizo recordar a las siluetas, que me recuerdan a otras siluetas y a otros tiempos.

    ResponderEliminar
  2. ¡Me costó encontrar qué poema habías comentado! (Blogger no te lo informa). Linda e interesante evocación.

    ResponderEliminar