miércoles, 2 de marzo de 2016

22


Yo fui la roca en el acantilado remoto
y fui la ola que gastaba la roca;
fui arena y antracita, fui diamante,
y volví a ser arena como antes.


Fui la ortiga urticante
en laderas como esta que contemplo;
fui la sombra del haya,
enorme y delicada como un templo.


Fui cicuta que mata,
miel que cura,
fuego griego en la rosa que no dura.


Fui las fauces del hambre y la garganta
de la presa que grita;
fui la serpiente que ata al elefante,
estoico Marco Aurelio que medita.


Ahora soy esta mirada añeja,
colgada del reborde que se aleja:
se va con mi mañana, mi tetera,
mi abeja y mi manzana en la frutera.


Cuando alcance aquel punto mi mirada
donde el tiempo cancela,
entraré, con la lumbre
de mi vela,


en su sombra volcada.



Hugo Padeletti (Alcorta, Santa Fe, 1928)

En “Canción de viejo”





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