domingo, 23 de agosto de 2015

De un invierno más
un domingo de fines de agosto
me siento en un banco
en la plaza del barrio.

El sol recibo de lleno
fulgurante en mis ojos.

Sobre el saquito de lana
derrama iridiscentes
los mechones de mi pelo negro
en ondas.

En películas tibias
pero ese rato
radiante y fogoso
detiene
el instante eterno
que me separa de los domingos
de todos los domingos
sin fijar.

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