jueves, 6 de septiembre de 2018

Este parque

   Hoy salgo de casa y camino hacia el lado de parque Chacabuco. Me sorprende la tarde serena en el barrio. Está cálido y el sol me toca fijo, parejo, caliente.Todavía es invierno en septiembre, pero ya se ve la primavera despuntar.
   De repente, el sol me enceguece; al punto que después de un rato cruzo buscando la sombra. Por un momento, me arrepiento de no haber traído a Galo conmigo. Lo pondría contento corretear por acá.
   Mi cabeza bucea entre los recuerdos ese mismo sol y veredas anchísimas de los días de infancia, cuando íbamos con mamá en bici o patines por Asamblea estas diez cuadras.Algunas breves escenas resisten, aunque quedan lejos ya.
   Llego al parque. Hay árboles floridos y quietud y algunas sombras. Quiero entrar.  Pruebo por distintos caminos. ¡Parece todo tan extraño! Necesito algo de reposo, pero el paisaje tan cambiante me impide descansar. Es como si los caminos fueran disonancias que no se dejan resolver. No hay modo de sentir familiaridad. Mi silencio es por acá.

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