Agua de lluvia
Mis hermanas y yo
vivíamos en la casa de la calle Asamblea. Éramos chiquitas, estábamos en la
primaria. Usábamos flequillo las tres y teníamos el pelo oscuro y largo, hasta
la mitad de la espalda. En el patio con toldo había un caño grueso que
desembocaba adentro y por ahí caía agua de lluvia que cada tanto juntaba mamá.
Me acuerdo que a veces cargaba el balde, directamente, mientras llovía fuerte.
Nosotras la rodeábamos, y nos sorprendía ver cómo se iba llenando. Después
íbamos al baño de arriba y mamá nos lavaba el pelo como siempre, lo que sí
cambiaba era cómo terminaba: nos lo enjuagaba con cataratas de aquella agua tan
especial. El pelo no necesitaba otros tratamientos. Las cabelleras castañas y
tupidas nos quedaban bien brillosas. Era una experiencia que nos encantaba
vivir.
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