Sé que he perdido tantas cosas que no podría contarlas y que esas perdiciones, ahora, son lo que es mío. Sé que he perdido el amarillo y el negro y pienso en esos imposibles colores como no piensan los que ven. Mi padre ha muerto y está siempre a mi lado. Cuando quiero escandir versos de Swinburne, lo hago, me dicen, con su voz. Sólo el que ha muerto es nuestro, sólo es nuestro lo que perdimos. llión fue, pero llión perdura en el hexámetro que la plañe. Israel fue cuando era una antigua nostalgia. Todo poema, con el tiempo, es una elegía. Nuestras son las mujeres que nos dejaron, ya no sujetos a la víspera, que es zozobra, y a las alarmas y terrores de la esperanza. No hay otros paraísos que los paraísos perdidos.
Jorge Luis Borges (Buenos Aires, 1899 - Ginebra 1986)
jueves, 14 de enero de 2016
Porque Porque os outros se mascaram mas tu não Porque os outros usam a virtude Para comprar o que não tem perdão Porque os outros têm medo mas tu não. Porque os outros são os túmulos caiados Onde germina calada a podridão. Porque os outros se calam mas tu não. Porque os outros se compram e se vendem E os seus gestos dão sempre dividendo. Porque os outros são hábeis mas tu não. Porque os outros vão à sombra dos abrigos E tu vais de mãos dadas com os perigos. Porque os outros calculam mas tu não.
Sophia de Mello Breyner (Oporto, 1919 - Lisboa, 2004)
domingo, 10 de enero de 2016
La reencarnación
Mantened la sangre fría hermanos.
Malcom X
Morí bajo el látigo abrasador de Amón Ra
por no querer arrastrarme más
sin beber un poco de agua.
Morí desangrada a manos de mi padre
por negarme al derecho de pernada de su señor.
Morí en la hoguera por tener fe
en la ciencia y en el saber o por ser bruja, por ser.
Morí en la playa bajo los truenos
de aquellos dioses de plata que llegaron
en casas flotantes y que montaban sobre
enormes cerdos.
Morí colgado del palo mayor,
extraña fruta en agraz,
por romper las cadenas de aquel barco negrero.
Morí ensartado por una bayoneta tomando La Bastilla
y semanas después, también morí dentro de mi madre
cuando le cortó la cabeza la guillotina.
Morí gritando viva Atahualpa, gritando viva Tupac Amaru,
gritando viva Simón Bolivar y viva Zapata, cabrones,
antes de que al galope me desmembraran vivo dos caballos.
Morí electrocutado en los vestuario de aquel estadio,
boqueando dentro de una bolsa en un oscuro calabozo,
enterrado vivo en una cuneta después de cavar mi fosa.
Morí acribillado a tiros en la Plaza de Tian'anmen, en Amritsar,
en Katyn, en Tlatelolco, en Badajoz, en Lonmin, en Vitoria,
en Casas Viejas, en Napalpí, en Guinea, en Zemla, en Génova, en Tahrir...
Morí de hambre por ser Armenio, por ser Kurdo, por ser Palestino,
por ser disidente cubano, tibetano, ucraniano, gitano o Mapuche.
Morí lapidada por querer a otro hombre,
morí desfigurada con ácido por mi pelo suelto,
violada por querer estudiar, acuchillada por querer votar.
Morí apaleado por la policía en cualquier parte del mundo,
desaparecido en Chiapas por militares sin insignias,
torturado en Guantánamo, condenado a la horca en Chicago.
Morí en mayo y en cualquier otro día,
morí por la heroína guiando al pueblo,
roto en mil pedazos por cañones de agua
en una sentada pacífica.
Morí carbonizado frente a la sucursal bancaria,
arrojado al vacío desde el balcón de mi casa desahuciada,
After Martin Buber and his English translator Ronald Gregor Smith
I can look on a tree or another or a lover as a picture—stiff figure in a shock of light, or splash of
brown shot with the delicate blue and silver of the background.
I can perceive a lover as movement—flowing veins on clinging, pressing pith, suck of the soles,
ceaseless commerce with earth and air—and the obscure growth itself.
I can classify a lover and study a lover as a type of structure and mode of life.
I can subdue a lover’s actual presence and form so sternly that I recognize a lover only as an
expression of law.
I can dissipate a lover and perpetuate a lover in number, in pure numerical relation.
In all this a lover remains my object, occupies space and time, and has nature and constitution.
It can, however, come about, if I have both will and grace, that in considering a lover I become
bound up in relation. A lover is now no longer to be an object.
To effect this it is not necessary for me to give up any of the ways in which I consider a lover, that
is simply a slight shift of pronoun,
that is to say
a lover is you.
There is nothing from which I would have to turn my eyes away in order to see you, and no
knowledge that I would have to forget to know you. Rather there is everything: your picture and
your movement, your species and your type, your law and your number, indivisibly united in this
event.
Everything belonging to you is in this: your form and your structure, your contours and your
chemical composition, your intercourse with the elements and with the stars, are all present in
your single whole.
You are no impression, no play of my imagination depending on my mood; but you are bodied over
against me and have to do with me, as I with you—only in a different way.
Let no attempt be made to sap the strength from the meaning of this relation.
Que pueda el camino subir hasta alcanzarte.
Que pueda el viento soplar siempre a tu espalda.
Que pueda el sol brillar cálidamente sobre tu rostro
y las lluvias caer con dulzura sobre tus campos,
y hasta que volvamos a encontramos
que Dios te sostenga en la palma de su mano.
(Oración irlandesa)
¡Ya se fue! ¡Ya se fue! -se queja la torcaza.
el lamento se expande de hoja en hoja,
de temblor en temblor, de transparencia en transparencia,
hasta envolver en negra desolación el plumaje del mundo.
-¡Ya se fue! ¡Ya se fue! -como si yo no viera.
Y me pregunto ahora cómo hacer para mirar de nuevo una torcaza,
para volver a ver una bahía, una columna, el fuego, el humo de la sopa,
sin que tus ojos me aseguren la consistencia de su aparición,
sin que tu mano me confirme la mía.
Será como mirar apenas los reflejos de un espejo ladrón,
imágenes saqueadas desde las maquinarias del abismo,
opacas, andrajosas, miserables.
¿Y qué será tu almohada, y qué será tu silla,
y qué serán tus ropas, y hasta mi lecho a solas, si me animo?
Posesiones de arena,
sólo silencio y llagas sobre la majestad de la distancia.
Ah, si pudiera encontrar en las paredes blancas de la hora más cruel
esa larga fisura por donde te fuiste,
ese tajo que atravesó el pasado y cortó el porvenir,
acaso nos veríamos más desnudos que nunca, como después de nunca,
como después del paraíso que perdimos,
y hasta quizás podríamos nombrarnos con los últimos nombres,
esos que solamente Dios conoce,
y descubrir los pliegues ignorados de nuestra propia historia
cubriendo las respuestas que callamos,
incrustadas tal vez como piedras preciosas en el fondo del alma.
Todo lo que ya es patrimonio de sombras o de nadie.
Pero acá sólo encuentro en mitad de mi pecho
esta desgarradura insoportable cuyos bordes se entreabren
y muestran arrasados todos los escenarios donde tú eres el rey
-un instantáneo calco del que fuiste, un relámpago apenas-
bajo la rotación del infinito derrumbe de los cielos.
Fuera de mí la nube dice "No", el viento dice "No", las
ramas dicen "No",
y hasta la tierra entera que te alberga,
esa tierra dispersa que ahora es sólo una alrededor de ti,
se aleja cuando llamo.
¿Cómo saber entonces d0nde estás en este desmedido, insaciable universo,
donde la historia se confunde y los tiempos se mezclan y los lugares se
deslizan,
donde los ríos nacen y mueren las estrellas,
y las rosas que me miran en Paestum no son las que nos vieron
sino tal vez las que miró Virgilio?
¿Cómo acertar contigo,
si aun en medio del día instalabas a veces tu silencio nocturno,
inabordable como un dios, ensimismado como un árbol,
y tu delgado cuerpo ya te sustraía?
Aléjate, memoria de pared, memoria de cuchara, memoria de zapato.
No me sirves, memoria, aunque simules este día.
No quiero que me asistas con mosaicos, ni con palacios, ni con catedrales.
Húndete, piedra de la Navicella, junto al cisne de Brujas,
bajo las noches susurradoras de Venecia.
Sopla, viento de Holanda, sobre los campos de temblorosas amapolas,
deshoja los recuerdos, barre los ecos y la lejanía.
No quiero que sea nunca para siempre ni siempre para nunca.
Juguemos a que estamos perdidos otra vez entre los laberintos de un jardín.
Encuéntrame, amor mío, en tu tiempo presente.
Mírame para hoy con tus ojos de miel, de chispas y de claro tabaco.
Sé que a veces de pronto me presencias desde todas partes.
Tal vez poses tu mano lentamente como esta lluvia sobre mi cabeza
o detengas tus pasos junto a mí en pálida visitación conteniendo el aliento.
He conseguido ver el resplandor con que te llevan cuando te persigo;
he aspirado también, señor de las plantaciones y las flores,
el aroma narcótico con que me abrazas desde un rincón vacío de la casa,
y he oído en el pan que cruje a solas el pequeño rumor con que me nombras,
tiernamente, en secreto, con tu nuevo lenguaje.
Lo aprenderé, por más que todo sea un desvarío de lugares hambrientos,
una forma inconclusa del deseo, una alucinación de la nostalgia.
Pero aun así, ¿qué muro es insoluble entre nosotros?
¡Hemos huido juntos tantos años entre las ciénagas y los tembladerales
delante de las fieras de tu mal
cubriendo la retirada con el sol, con la piel, con trozos de la fiesta,
con pedazos inmensos del esplendor que fuimos, hasta que te atraparon!
Anudaron tu cuerpo, ya tan leve, al miedo y al azar,
y escarbó en tus tejidos la tiniebla monarca con uñas y con dientes ,
mientras dábamos vueltas en la trampa, sin hallar la salida.
La encontraste hacia arriba, y lograste escapar a pura pérdida, de caída
en caída.
Aún nos queda el amor:
esa doble moneda para poder pasar a uno y otro lado.
Haz que gire la piedra, que te traiga de nuevo la marea,
aunque sea un instante, nada más que un instante.
Ahora, cuando podrás mirar tan "fijamente el sol como la muerte" ,
no querrás apagarlo para mí ni querrás extraviarme detrás de los escombros,
por pequeña que sea mirada desde allá,
aun menos que una nuez, que una brizna de hierba que unos granos de arena.
Y porque a veces me decías: "Tú hiciste que la luz fuera visible",
y otra vez descubrimos que la muerte se parece al amor
en que ambos multiplican cada hora y lugar por una misma ausencia,
yo te reclamo ahora en nombre de tu sol y de tu muerte una sola señal,
precisa, inconfundible, fulminante, como el golpe de gracia que parte en dos el
muro
y descubre un jardín donde somos posibles todavía,
apenas un instante, nada más que un instante,
tú y yo juntos, debajo de aquel árbol
copiados por la brisa de un momento cualquiera de la eternidad. Olga Orozco (Toay, La Pampa, 1920-1999)
Do not go gentle into that good night, Old age should burn and rave at close of day; Rage, rage against the dying of the light. Though wise men at their end know dark is right, Because their words had forked no lightning they Do not go gentle into that good night. Good men, the last wave by, crying how bright Their frail deeds might have danced in a green bay, Rage, rage against the dying of the light. Wild men who caught and sang the sun in flight, And learn, too late, they grieved it on its way, Do not go gentle into that good night. Grave men, near death, who see with blinding sight Blind eyes could blaze like meteors and be gay, Rage, rage against the dying of the light. And you, my father, there on that sad height, Curse, bless, me now with your fierce tears, I pray. Do not go gentle into that good night. Rage, rage against the dying of the light.