Tener una tortuga tranquiliza
cuando caminas miras dónde pisas
pero hiberna y te puedes distraer.
Se alimenta con poco y se introvierte
bajo su piedra antigua escriturada.
Sin decirlo te enseña la morada
adonde los sentidos retraer:
quizás para salvarte de querer
lo que el mundo te oculta, lo que muestra.
En no ser para ser,
en medio de los sabios es maestra.
Hugo Padeletti
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