[...] las mujeres, sometidas a la voluntad, los gustos y los mandatos de padres, madres, hermanos y maridos, viven la mayoría del tiempo encerradas en el reducido círculo de sus estancias, sentadas y casi ociosas, queriendo y no queriendo al mismo tiempo, entregándose a diversos pensamientos que no siempre pueden ser alegres.
Giovanni Boccaccio, El Decamerón
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