Río de nosotros
Al principio, éramos corriente, aguas convulsionadas y frescas; a veces
remolino. Otras, una fuerza detenida de tan confusa y sacudida, violenta.
Después nos paralizamos y perdieron contacto nuestras
materias líquidas. Fuimos lagunas sin mezclarnos, siquiera.
Luego, agua y aceite. Olvidamos por completo la fórmula.
Pero renacimos como dos hilos de agua dulce circulando a través de la tierra.
Yo derivé en flotar entera a tu alrededor, y vos en diluirme.
Así suavizados, pudimos volver a arder juntos: sangre y agua.