Salí de la casa de él y me daba el viento en la cara.
Caminé
enérgica las dos cuadras que me separaban de la estación.
Entré al
vagón del subte.
Me tomé
del pasamanos y me llamó la atención la gente
tan
estática, indiferente, abatida.
Yo me veía
exultante. Sentí
que se me
iba a notar la exuberancia,
me percibí excesiva.
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