Si te dicen que caí
es que
caí.
Verticalmente.
Y con
horizontales resultados.
Soy, del
ángulo recto
solamente
los lados.
Ignoro el
arte monumental del sesgo,
esa
torsión ornamental del héroe
que hace
que su caer se luzca como un salto.
Ese rizo
del mártir que, ascendiendo
se sale
de la víctima
y su
propio tormento sobrevuela
no es mi
especialidad. Yo, cuando caigo,
caigo.
No hay
parábola
ni aire,
ni fuerza de sustentación.
Un
resbalón: espero. Al suelo llego
por la
ruta más breve.
Un alud,
una piedra,
una viga
a la que han dinamitado.
No hay
astucias del cuerpo en mi descenso.
Se
sobrevive: el fondo
del
abismo es más blando
para
quien no vuela, sólo cae.
Si te
dicen que caí,
no vengas
a
enseñarme aerodinámica revisionista.
No me
cuentes de los que cayeron venciendo.
No vengas
a decirme
que no
crees que haya sido un accidente.
En lo
único que creo es en el accidente.
Lo único
que sabe hacer el universo
es
derrumbarse sin ningún motivo,
es
desmoronarse porque sí.
Beatriz Vignoli (Rosario, 1965)
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