El tajo
Desear y resistir por años, y luego
sucumbir, es una cosa aterradora. Todo lo que ansiaste y negaste
al fin te posee. Te entregas
completamente a su poder, y su presencia
invadiendo tu alma, aturde
con su consuelo y su terror.
No hay nada más aleccionador que la aceptación.
Siento los hongos en la noche,
desgarrando en su ascenso la porosa tierra.
Brutal como todo nacimiento.
E inclino mi cabeza,
Y ahueco mi boca en el tajo de todo lo que deseé,
Y estoy extasiado de júbilo.
William Everson (California, 1912 - 1994)