Me despierto y me siento en la cama
expando las piernas sobre las sábanas
tibias.
La carne es más ancha y más pesada.
Se oye la puntuación de la noche.
Los pocos ruidos aislados
se enciman y dicen un eco
que deja sobre las cosas
una superficie pegajosa.
Siento la estela de mis movimientos.
Y yo también permanezco.
Se recortan, se superponen
con la voz de mis pensamientos.
En un espejo de letras está tu cuerpo. En estos poemas que no me pertenecen. Urgo entre el tiempo de las pistas que deja tu teclado y me pregunto si imaginas que yo existo.
ResponderEliminarQué bellísimo comentario...Gracias.La verdad que no imagino que existís porque no sé quién sos, si a eso te referís. No firmás con tu nombre, no tengo manera de saber.
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