Dividido tres
Me puse a llenar tres compoteras
de diferentes tamaños, con pedazos de frutillas.
Intentaba que le tocara lo mismo
a cada uno de mis tres hijos.
Agregaba trozos grandes y luego
trasvasaba, mentalmente, otras frutillas
al pote más chico.
Era tan perturbadora
la escasez, como excederse.
Los tiempos de necesitar no coincidían.
Para no someterme a las apariencias
encendí mi ojo consciente.
Tuve el recuerdo de las horas de darles amor.
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