Hoy también si sos mujer
salís a la calle impulsada por la
fuerza de las creencias,
de la fe en un cambio a futuro, en
una conversión.
Creés en esa razón por la que te
levantás a la mañana,
por las que hacés la comida y trabajás
todo el día,
escuchás música, leés, vas al cine y
a pasear.
Criás hijos. Hacés compras. Ves amigos.
Si te dieras cuenta de la falacia gritarías de la conciencia...
Pero qué importa creer equivocada. Apenas
creés.